Eva podría sermi paraísosi no tuviera la malacostumbrede ponerse a platicarcon serpientes entrometidasque andan de casa en casay de manzana en manzana.
Ya no existe la fuenteen la que me insistíaste tomara una fotouna tarde en que el vientoparecía un desfile de pájarosextraños.Una calle larga, desprovistade árboles, es todo lo que queda.(¿Debo agregar que a vecesoigo ahí tu mirada? )
Entre ruidos de pájarosdanzan los árboles.La noche se marea en un columpio.Van y vienen los pájaroscomo si fueran olas.El mar abre sus alasy vuela como pájaro.
La cabellera se entrelazaen las gotas de solque van cayendo.Cristina entraa la fuente y toca el agua.Unos peces azulesacarician sus muslos.El tiempo, como un chorro de agua,se le va de las manos.
Tu nombre es Cristinay estás hecha de nubescomo ese gato de angoraque pasa y se interponeentre tu cuerpo y mis manosy el viento iluminadoque te desnuda en Houston.
Mar colérico, oscuroescenario con tres pequeñasembarcaciones al fondo.La única luz procedede tu pelo y del blanco cuerpode las mujeres que descansansobre la arena incolora.Las gaviotas se arremolinanalrededor de tus ojos.Galveston tiene frío.
Nos hemos
embriagado varias
décadas
con la palabra Revolución.
Pronto tendremos
solamente
la cruda.
La realidad
también
tiene su precio.
La lluvia emergetímida, huidiza,en la colina.Arriba, en los trigales,se detiene una garza.Abajo, junto al río,duerme una siestael frío.
Juegan
en el mezquite
las abejas.
Hay viento
helado,
aguas turbias,
espejos de sol.
Tu piel blanca,
llena de tarde,
quema mis dedos.
Alfombra tibia,
brillante,
piel que se arruga
con el paso del viento,
viento de río,
río violento,
río para mis adentros.
Memoria hundida
en el césped,
voces dispersas
entre ruidos de autos.
Un golpe de viento
cierra el instante.
La puerta
tiene otro significado.
Por la carretera
transitan los autos.
El río se agita
cerca de nosotros.
Lees un libro.
Te has quedado
quieta, silenciosa.
Quizás empiezas
a soñar con barcos.
El pavorreal
extiende su esplendor
en tu mano.
Las mariposas,
con alas desplegadas,
multiplican
el viento.
Mi amada no conoce
este desierto.
El día que lo conozca
de sus ojos saldrán
otro silencio,
otra sierra,
otros arbustos con pájaros
correcaminos y liebres
bebedoras de vientos vespertinos.
Ese día, el paisaje
será una bella historia.
He dejado
que la tarde atraviese
mis ojos.
En el oriente
hay señales de lluvia.
Dentro de mí
el río inventa la alegría
de los peces.
Cerca de ti está el ciervo;espera erguido, indefenso.Sus ojos traen la vida a estas colinasdonde el giro del vientoes más libre.El ciervo está quietoni un movimiento extrañoperturba su cuerpo.Todo es silencio ahora.Tu mano tiembla.Hay un momento bíblicoen tus ojos.El ciervo sigue ahí:tú ya eres otro.
Te escribo
y es muy poco
lo que te escribo
ahora
Renuncio
y es muy poca
mi renuncia
esta noche
Sin embargo
lo escrito
y mi renuncia forman
la isla que habitamos
al desnudar la ausencia
Llueve sobre París.
El cielo está oscuro
y junto al Sena
una muchacha mira
largamente la calle.
Su pelo por la lluvia
se ha vuelto lacio
y suave.
Extraña es su mirada.
La lluvia ha cesado.
A lo lejos La Torre Eiffel
estorba el panorama.
Tiempo siempre
adherido al revólver
Busco aquí
indago allá
Sólo un gato interrumpe
el paisaje
Tú llegas y no encuentras
ni el paso de la lluvia
Frente al espejo
el asombro es un pájaro
que hiere
Tú me ves
y en tus pasos
la calle se oscurece:
el suicidio es parte
de esta historia
;