Cerca de ti está el ciervo;
espera erguido, indefenso.
Sus ojos traen la vida a estas colinas
donde el giro del viento
es más libre.
El ciervo está quieto
ni un movimiento extraño
perturba su cuerpo.
Todo es silencio ahora.
Tu mano tiembla.
Hay un momento bíblico
en tus ojos.
El ciervo sigue ahí:
tú ya eres otro.
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