Por la tarde,
una lluvia abundante
y oportuna llegó
a la ciudad.
En mi casa,
el Amor tocó la puerta
y yo abrí presuroso.
En la noche
hubo pan caliente
y vino nuevo en la mesa.
Alguien,
algo así como un viento
suave y un silbo
apacible, cenó conmigo.
La lluvia trajo la danza.
La visita aportó el fuego.
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