sábado, 22 de septiembre de 2007

CRONICA

(Los árboles asoman en el río su cara verde, añosa, para contemplar el agua impetuosa, turbia, que entona la canción
que hace ya mucho tiempo compuso Heráclito.
Todo fluye y sin embargo tus ojos están inmóviles ante el
el paisaje que tu limpia mirada ha inventado.)


Vino limpia, sin nostalgia,
a recoger fragmentos
de la tarde.
(De común acuerdo,
usamos las frescas aguas
del río
para entibiar la fiesta azul
de nuestros cuerpos)

Al partir,
iba la arena de mi río
en su pelo
y la noche empezaba a crecer
en sus muslos.

La soledad huele
a hierba recién pisada.

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