Llegas dispersa.
Tiembla fuera de tiempo
el instante.
Como siempre, huyen
tus ojos.
Es la noche -tu noche-
cómplice de abordaje,
barca efímera.
La calle, trastabillando,
te acaricia los muslos.
Tras una ventana alguien
dice buenas noches.
Otra vez, adormilado,
aparece el silencio.
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