Del alto edificio
desciende una paloma
y se refleja en tus ojos.
Una vez más,
a pleno mediodía,
te ofrezco uvas rojas
de mi mejor viñedo.
Guardas silencio.
Me atrevo y toco
tu cuerpo: estás fría.
El otoño apareció
dibujado en la rama
frágil del limonero
y en la mirada triste
del durazno.
Cristina observa el jardín
y sonríe ante la torpeza
del gato negro
que no logra subirse
a los árboles.
El durazno y el limonero
casi están secos.
La noche ha envejecido
en los lomos del gato.
El invierno-nuestro invierno-
no tardará en llegar.
dibujado en la rama
frágil del limonero
y en la mirada triste
del durazno.
Cristina observa el jardín
y sonríe ante la torpeza
del gato negro
que no logra subirse
a los árboles.
El durazno y el limonero
casi están secos.
La noche ha envejecido
en los lomos del gato.
El invierno-nuestro invierno-
no tardará en llegar.
(Cristina y yo conocemos el secreto del pozo de Siquem y el
agua viva de la fuente que brota para vida eterna.
Es el canto del pájaro y la oración de la rana bellamente
descritos por Tony de Mello, sacerdote jesuita.
Jonás es un profeta del Antiguo Testamento cuya historia nos habla que por desobediente se lo comió un pez muy
grande y estuvo en la barriga tres días.
Aunque la ballena no es un pez, utilizo a ese leviatán
como el único pretexto para escribir el siguiente texto:)
La ballena
de Jonás va llena.
si alguien
quiere viajar a Nínive,
favor de esperar
tres días.
(Los árboles asoman en el río su cara verde, añosa, para contemplar el agua impetuosa, turbia, que entona la canción
que hace ya mucho tiempo compuso Heráclito.
Todo fluye y sin embargo tus ojos están inmóviles ante el
el paisaje que tu limpia mirada ha inventado.)
Vino limpia, sin nostalgia,
a recoger fragmentos
de la tarde.
(De común acuerdo,
usamos las frescas aguas
del río
para entibiar la fiesta azul
de nuestros cuerpos)
Al partir,
iba la arena de mi río
en su pelo
y la noche empezaba a crecer
en sus muslos.
La soledad huele
a hierba recién pisada.
(Me gusta jugar contigo, con tus ojos, que vuelan hacia el Cerro de las Noas y regresan con una mirada tierna, mística, llena de amor, como si el Cristo de los brazos abiertos la hubiera tocado con su excelsa blancura.
Hoy, por ejemplo, empieza a anochecer y el fuego continúa
encendiendo zarzas al paso de la parda grulla.Intentaré escribir un poemínimo que capture este instante.)
El musgo crece
en el sueño
mientras el viento
regresa a la memoria.
Afuera debe ser
de noche.
Cambio, para variar,
el juego por el fuego.
Un leve giro del viento
aproxima el cauce
desnudo de los árboles
al sitio donde la parda
grulla se embriaga con la arena.
Es el ritual del polvo,
la mirada agresiva
en el durazno,
los huizaches borrados
de la tarde.
No hay llovizna ni gritos
en los cerros.
La liebre duerme y la tortuga
espera.
Atrás gime el impostergable
momento: la orilla, venenosa,
adelanta el regreso.
aproxima el cauce
desnudo de los árboles
al sitio donde la parda
grulla se embriaga con la arena.
Es el ritual del polvo,
la mirada agresiva
en el durazno,
los huizaches borrados
de la tarde.
No hay llovizna ni gritos
en los cerros.
La liebre duerme y la tortuga
espera.
Atrás gime el impostergable
momento: la orilla, venenosa,
adelanta el regreso.
Cerca de ti está el ciervo;
espera erguido, indefenso.
Sus ojos traen la vida a estas colinas
donde el giro del viento
es más libre.
El ciervo está quieto
ni un movimiento extraño
perturba su cuerpo.
Todo es silencio ahora.
Tu mano tiembla.
Hay un momento bíblico
en tus ojos.
El ciervo sigue ahí:
tú ya eres otro.
espera erguido, indefenso.
Sus ojos traen la vida a estas colinas
donde el giro del viento
es más libre.
El ciervo está quieto
ni un movimiento extraño
perturba su cuerpo.
Todo es silencio ahora.
Tu mano tiembla.
Hay un momento bíblico
en tus ojos.
El ciervo sigue ahí:
tú ya eres otro.
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